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Autocar de refugiados llegan a Torrelles de Foix

Las casas de colonias de la Garrotxa y Torrelles de Foix son un primer punto de acogida, aunque la previsión es que se puedan alojar en domicilios de particulares o de entidades en un futuro. “Se están ofreciendo muchísimas familias, no paramos de recibir correos de particulares y entidades que nos ofrecen pisos”, afirma Rafa Moreno, uno de los coordinadores de las expediciones, de Coopera ONG. La voluntad, según explica la vicepresidenta de Acció Familiar Barcelona, Pilar Fuster, es seguir trayendo a más refugiados. Al menos otros 150.

Recorte de la noticia en el Diario La Vanguardia

Quienes ya cuentan con casa y familia son los hermanos Artem, de 7 años, y Anastasia, de 15. Atrás han dejado la ciudad bombardeada de Zhitómir, cerca de Kyiv, donde permanecen sus padres, sus amigos y sus sueños. Ella había hecho algunos pinitos como modelo, su hermano aspiraba a jugar algún día con el Dínamo de Kyiv o lucir los colores de la selección ucraniana. Sus transparentes miradas delatan el cansancio acumulado por los más de 3.000 kilómetros recorridos entre la frontera de Ucrania con Polonia hasta Cassà de la Selva (Gironès). Hicieron el viaje casi en silencio. “No hablan y casi no comen, están en shock”, explica Yuriy Kushnirenko, que les ha traído a Cassà. El menudo Artem solo pide patatas hervidas y agua. “No se puede gastar, hay que ahorrar”, les dice a su nueva familia.

La vida de esos dos hermanos dio un vuelco hace unos días tras una llamada desesperada de su padre a una antigua novia de juventud. “Me dijo, llorando: lo único que te pido es que me puedas salvar a los niños. Nadie puede negarse a eso”, explica una emocionada Tetyana Svirska, que ha dormido muy poco desde que estalló el conflicto. Pegada al ordenador no para de contestar mensajes de personas que solicitan su ayuda. En su modesta casa, en la que ya vivía su madre y sus suegros, se alojan desde hace cinco días un matrimonio septuagenario, vecinos de sus suegros que lograron escapar de Mikolaiv, una ciudad portuaria cerca de Crimea. “Tengo el alma rota en mil pedazos, mis pensamientos están allí, me siento como un vagabundo”, explican Iván y Olena Mishchak.

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